El desarrollo emocional de los primeros meses de vida y la niñez

Por Francisco Peris, Psicólogo.

       Las emociones son reacciones subjetivas que experimentamos ante las experiencias y, que están asociadas a cambios fisiológicos (p.ej. aumento o descenso de la frecuencia cardíaca, sudoración, contracción o dilatación de los vasos sanguíneos, etc.) y de conducta (p.ej. un salto, paralización, o expresiones faciales). Entre los diferentes autores que han estudiado las emociones, parece haber cierto acuerdo en considerar como emociones básicas cinco: la alegría, tristeza, miedo, sorpresa, desagrado e interés.

       La capacidad del ser humano de experimentar emociones se relaciona directamente con sus funciones protectoras para el organismo (comunican necesidades, nos movilizan ante situaciones de emergencia o, motivan la exploración el entorno). Así, por ejemplo, la emoción de miedo o terror nos advierte de un peligro y nos prepara para la lucha o la huida; o la ira y la rabia nos es útil para expresar alguna frustración (entendiéndose ésta como la sensación que experimentamos cuando no podemos conseguir un objetivo o meta) que, esperablemente,  regulará las condiciones del ambiente para llegar a nuestro fin.

            Entonces, ¿experimentan los bebés y los niños y niñas las mismas emociones que los adultos?

            Lo cierto es que no nacemos con la capacidad de sentir todo el abanico de emociones que puede vivir un adulto, aunque ya desde el nacimiento, el bebé posee una capacidad emocional y expresiva relativamente amplia y, que está estrechamente relacionada con su supervivencia.

            La siguiente tabla nos indica el patrón común de desarrollo emocional de los primeros meses de vida y la niñez:

             Edad                 Emociones y Expresiones
Nacimiento Interés, placer, disgusto o malestar.
2 meses Sonrisa social.
3-4 meses Tristeza y enfado.
4 meses Rabia, sorpresa y alegría.
7 meses Miedo.
11-12 meses Timidez y vergüenza.
24 meses Orgullo.
3-4 años Culpa y envidia.
5-6 años Inseguridad, humildad y confianza.

            Como se puede apreciar, el desarrollo de las emociones sigue un continuo que va desde las emociones más básica y simples (fundamentales para la supervivencia) a, las más elaboras y complejas, que nos servirán para regular el proceso de socialización. De igual manera, las emociones se irán socializando, potenciando la expresión de emociones positivas y, limitando y controlando las emociones negativas. Con los años, el niño o la niña, será capaz de reconocer estas expresiones en otras personas y reaccionar de forma adecuada.

            Henao G. C., profesora e investigadora de la Universidad San Buenaventura de Medellín y, García M. C., directora de la línea de investigación «Pautas de Crianza y Desarrollo Infantil» de la Alianza Universidad de Manizales-Cinde, en su investigación “Interacción familiar y desarrollo emocional en niños y niñas” publicada en la Revista Latinoamericana Ciencias Sociales, Niñez y Juventud (7_2: 785-802, 2009), llegan a la conclusión de que un estilo parental (o Práctica Educativa Familiar) democrático o equilibrado, genera conductas adecuadas y adaptativas en el niño, al igual que señalan este estilo como el que más posibilita el nivel de comprensión emocional en los niños y las niñas, en definitiva, una estrecha relación con el desarrollo emocional infantil.

            Así, si queremos facilitar el desarrollo y crecimiento emocional de los más pequeños, las pautas de crianza (o estilos parentales) de los padres, madres y/o educadores, deben caracterizarse principalmente por seguir un estilo democrático o equilibrado. Éste, es un estilo controlador pero flexible, en el que los padres y madres implicados realizan muchas demandas razonables a sus hijos e hijas. Tienen cuidado en proporcionar razones o fundamentos para obedecer los límites que establecen y, se aseguran de que sus hijos e hijas sigan dichas pautas. Son mucho más aceptadores y sensibles a los puntos de vista de sus hijos e hijas que los padres y madres autoritarios y, a menudo buscan la participación de sus hijos e hijas en la toma de decisiones familiares. Por lo tanto, los padres y madres, con autoridad ejercen un control racional y democrático (en lugar de dominante) que reconoce y respeta (en la medida de lo posible) las perspectivas de sus hijos e hijas.

            Esperamos haberos proporcionado una información que contribuya a una mayor comprensión del desarrollo emocional de los bebés, niños y niñas, de vuestro entorno (especialmente a los que estáis en la dura tarea de la maternidad y/o paternidad). No obstante, ya sabéis que podéis escribirnos a psicologia@clinicaserralta.com para consultarnos vuestras dudas o dejar un comentario en el blog.

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